TRABAJAMOS CON D. QUIJOTE DE LA MANCHA
“El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”
Los alumn@s de 6º curso están trabajando en clase de Lengua con la obra cumbre de nuestra literatura, editada cientos de veces, y
traducida a todas las lenguas cultas del mundo. Las dos partes de que
consta se publicaron en 1605 y 1616.
Después de una búsqueda de información sobre la vida y obra de Miguel de Cervantes, nos ponemos manos a la obra con su obra más universal, a través de la cual y de los numerosos textos adaptados para los niños desarrollaremos comprensión lectora, expresión escrita, vocabulario, ortografía, gramática etc.
El colofón final lo pondrá el próximo viernes una de las mamás de nuestros alumn@s, la cual nos visitará y hará una representación de uno de los capítulos de D. Quijote de la Mancha.
PORTAL DE CERVANTES
PRESENTACIÓN Y RESUMEN D. QUIJOTE
LECTURA DEL PRIMER CAPÍTULO
ACTIVIDADES
VIDA Y OBRA DE MIGUEL DE CERVANTES
Le sugirió la idea inicial un Entremés de los romances anónimo,
en que un ignorante labrador pierde la razón leyendo el Romancero viejo
e intenta imitar las hazañas de aquellos héroes. Tal vez Cervantes se
propuso escribir una novela corta para ridiculizar las novelas de
caballerías. Pronto se dio cuenta de que su idea no cabía en aquel
modesto marco y, manteniendo el propósito ridiculizador, le dio el
desarrollo que el tema merecía.
El autor afirma:
“No ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres
las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías”. En
efecto, el auge de estos era enorme, y no sólo entre el pueblo inculto.
Pero eran muchos los humanistas y moralistas que los condenaban, porque
inclinaban al ocio, excitaban a una fantasía irresponsable con sus
inverosímiles aventuras, y estaban mal escritos. Cervantes era de esa
opinión.
Para combatirlos y mostrar sus mentiras, hace que un hidalgo enloquezca leyendo tales libros, pero que, en su locura, haga suyos los ideales de los caballeros andantes. Y lo lanza a la vida real de España -Castilla, Aragón, Cataluña-, para someterlo a la prueba de la verdad:
todas las aventuras que Don Quijote emprende, con el más puro espíritu
caballeresco, acaban desastrosamente. Son falsas, por tanto, las
desmesuradas hazañas que contaban el Amadís y sus sucesores.
El
hidalgo entra en contacto con múltiples ambientes y tipos de la vida
española de su tiempo; y ello permite que el novelista trace un panorama
maravilloso de aquella realidad social y exprese su propia visión del
mundo con una amplitud que desborda el mero proyecto de poner en la
picota los libros de caballerías.
BIOGRAFÍA
Escritor
español que nació en 1547 y murió en Madrid el 23 de abril de 1616. Se
desconoce el día de su nacimiento, pero consta que fue bautizado en la
iglesia de S. María la Mayor, de Alcalá de Henares, el 9 octubre de
1547. Representa la cumbre más alta de la literatura española y es una
de las mayores figuras de las letras universales. Surge a la vida en uno
de los momentos más fecundos de la historia cultural de España, forma
su personalidad en los años en que el Renacimiento hispano ha logrado su
plenitud y madurez, y su vida se prolonga hasta contemplar las
exuberancias del barroco. Su producción literaria, que se extiende desde
1585 hasta 1616, se reparte exactamente entre las dos centurias. De ahí
que su obra, especialmente el Quijote, se presente como síntesis
armónica y crucial de dos épocas distintas con un sentido universal y
humano que supera a cualquiera de las creaciones del Siglo de Oro.
Ambiente familiar e infancia.
El
abuelo del escritor, el licenciado Juan de Cervantes, ejerció diversos
cargos públicos, entre ellos el de corregidor de Osuna en 1546. Su hijo
Rodrigo, padre del autor del Quijote, fue un modesto cirujano, profesión
no muy productiva en aquellos tiempos, y en 1541 se casó, según algunos
con la oposición de su padre, con doña Leonor de Cortinas, de la que
apenas se posee dato alguno, salvo que era tan pobre como su marido. Del
matrimonio nacieron siete hijos, cuyo cuarto lugar corresponde a
Miguel, que estuvo especialmente vinculado a sus hermanos Andrea,
Rodrigo y Magdalena. En su niñez, la vida de Cervantes se desenvolvió en
un ambiente mezquino y turbio, y de moralidad un tanto dudosa.
Tratando
de mejorar su profesión de médico, Rodrigo, que tras algunos cambios de
residencia se había establecido en Alcalá de Henares (1547), se
traslada en 1550 a Valladolid junto con su madre, su mujer, sus hijos y
su hermana María; allí es encarcelado por deudas y le son confiscados
sus haberes, y permanece varios meses en la cárcel.
Juventud y estudio.
Muy
poco se sabe de la vida de Cervantes durante estos años de juventud. Se
ha supuesto, por conjeturas deducidas de sus propias obras, pero sin
pruebas concluyentes, que estudió con los jesuitas de Sevilla, y es
posible, asimismo, que realizara estudios en la Universidad de
Salamanca. A partir de 1568 se comienzan a conocer los primeros pasos de
la vida literaria de Cervantes, cuando este contaba apenas 21 años.
Estancia en Italia.
En
1569 marcha a Italia. Se supone que esta salida de España estuvo
relacionada con cierto lance en que resultó herido un tal Antonio de
Segura. En una real orden dada por los alcaldes de Madrid en el mes de
septiembre de este año se manda prender a “un Miguel de Zerbantes” que
andaba “por estos nuestros reinos”, y se le condenaba por rebelión a que
“con vergüenza pública le fuese cortada la mano derecha y destierro por
diez años”. Si este es nuestro escritor, no hay duda que pasó a Italia
en busca de refugio. Allí entró al servicio de Giulio Acquaviva, elevado
poco después al cardenalato, y con e l recorrió las principales
ciudades de Italia. En las obras de Cervantes hay abundantes testimonios
de la admiración que desde entonces sintió por la Italia renacentista.
Cautiverio en Argel y Matrimonio.
En
1575 volvía de Italia cuando su barco fue apresado por una flota turca.
Fue hecho prisionero y hasta 1580 estuvo recluido en Argel. En 1580 fue
liberado porque unos frailes Trinitarios pagaron su rescate.
El
12 de diciembre de 1584, ya en España, en la parroquia de S. María del
pueblo de Esquivias, contrajo matrimonio con Dª Catalina de Salazar y
Palacios, que aportó al matrimonio una pequeña dote. Ella contaba sólo
19 años y Cervantes 37.
Últimos años: enfermedad y muerte.
Cuando
la Corte se trasladó de nuevo a Madrid, la siguieron Cervantes y su
familia (septiembre 1608). En Madrid vivió el resto de sus días.
Fueron
estos los años de mayor actividad literaria. En 1613 aparecieron las
Novelas Ejemplares; en 1614 el Viaje del Parnaso; en 1615 las Ocho
comedias y ocho entremeses nuevos y la segunda parte del Quijote; en
1616 terminó los Trabajos de Persiles y Sigismunda, poco antes de su
muerte. La enfermedad que Cervantes sobrellevaba (hidropesía o
arteriosclerosis) había tomado un curso desfavorable y Cervantes decidió
ir a pasar una temporada a Esquivias buscando alivio. Allí llegó a
primeros de abril; pero encontrándose peor y presintiendo su próximo
fin, regresó a Madrid, donde el día 19 escribió la emotiva dedicatoria
del Persiles al conde de Lemos, y cuatro días después, el 23, le
sorprendía ésta rodeado de su esposa e hija. Fue enterrado en el
convento de las Trinitarias descalzas de la calle hoy llamada Lope de
Vega, en lugar que no ha podido precisarse.
ARGUMENTO
Es
difícil expresar el argumento de una obra que consta de 128 capítulos,
la mayoría de los cuales son independientes unos de otros. Naturalmente
es difícil, pero no imposible.
La acción
principal está constituida por tres viajes o salidas que realiza Don
Quijote. Las dos primeras se relatan en la primera parte, y la última,
en la segunda.
El caballero
manchego don Alonso Quijano, llamado pro sus convecinos el Bueno,
enloquece leyendo libros de caballerías. Concibe la idea de lanzarse al
mundo con el nombre de don Quijote de la Mancha, guiado por los nobles
ideales a Amadís o de Palmerín: deshacer entuertos, proteger a los
débiles, destruir el mal, merecer a Dulcinea (que es una fregatriz,
Aldonza, idealizada por él, y que nunca aparece en la novela). Con armas
absurdas y un viejo caballo, Rocinante, sale por la Mancha, y se hace
armar caballero en una venta que imagina ser un castillo, entre las
burlas del ventero y de las mozas del mesón. Libera a un muchacho a
quien su amo está golpeando por perderle las ovejas (pero apenas se
marcha, prosigue la paliza). Unos mercaderes lo golpean brutalmente; un
conocido lo recoge y lo devuelve a su aldea. Ya repuesto, convence a un
rudo labrador, Sancho Panza, ofreciéndole riquezas y poder, para que lo
acompañe en sus aventuras. Y siempre sale mal parado: lucha contra unos
gigantes... que no son sino molinos de viento; es apaleado por unos
recueros; da libertad a unos criminales que luego le apedrean, etc. Sus
amigos, el Canónigo y el Barbero
salen en su busca, y lo traen engañado a su pueblo, metido en una
jaula, dentro de la cual sufre pacientemente la burla de sus vecinos.
En la segunda parte,
don Quijote, obstinado en su locura, sale otra vez acompañado de Sancho
Panza, de quien ha de sufrir la bellaquería de querer hacerle creer que
una rústica que viene montada en un asno es Dulcinea. En sus correrías
por tierras de Aragón, llegan a los dominios de unos Duques,
que se burlan despiadadamente de la locura del señor y de la ambición
del criado. Mandan a éste como gobernador a uno de sus estados; Sancho
da pruebas de un excelente sentido, pero cansado de la vida palaciega
(organizada en son de burla por los Duques)se vuelve a buscar a don
Quijote. Tras constantes aventuras marchan a Barcelona, y allí es
vencido por el Caballero de la Blanca Luna, que
es su amigo Sansón Carrasco disfrazado así para intentar que don Quijote
recobre su cordura. Sansón Carrasco, vencedor, le impone la obligación
de regresar a su pueblo. El caballero, física y moralmente derrotado,
vuelve al lugar y allí muere cristianamente después de haberse curado de
su locura.
EL QUIJOTE DE AVELLANEDA
En
1614, un año antes de la publicación de la segunda parte del Quijote,
apareció en Tarragona una continuación apócrifa de la primera. Se
declaraba su autor el licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural
de Tordesillas (Valladolid).
En
este libro, llegan a la aldea de don Quijote unos caballeros, que van a
Zaragoza a participar en unas justas. Uno de ellos es don Álvaro Tarfe,
que se aloja en la casa del hidalgo. Éste marcha también a participar
en el torneo, acompañado de Sancho y haciéndose llamar el Caballero Desamorado,
porque ha renunciado a Dulcinea. Don Quijote gana el premio y regresa.
En Alcalá y en Madrid le suceden increíbles aventuras. Sancho se queda
en la última ciudad sirviendo a un marqués. Por último, Tarfe hace
recluir al caballero en el manicomio de Toledo.
Se
ignora quién se ocultó bajo el seudónimo de Avellaneda. Era, sin duda,
amigo de Lope de Vega y feroz adversario de Cervantes, de quien se creyó
injuriado. Su obra es meritoria y a ratos divertida, pero ni de lejos
resiste la comparación con el original. Cervantes sufrió mucho con este
incidente, y, al publicar su segunda parte, arremetió justamente contra
su émulo.
La obra se lee, incuestionablemente,
con interés, puesto que el autor no carece de talento narrativo. Pero,
claro es, no puede sufrir, como hemos dicho antes, la comparación con su
modelo, y el lector, página a página, va sintiendo que aquel Don
Quijote y aquel Sancho no son los que él conoce, y que se trata de una
burda mixtificación.
Por otra parte, Avellaneda
insulta a Cervantes en términos tales que revela algún resentimiento
personal. Hoy se ignora quién pudo ser tal escritor; los datos que
parecen ser seguros son estos: era piadosísimo; fue un aragonés; había
vivido o estudiado en Alcalá: lo ofendió Cervantes en la primera parte
del Quijote sin decir su nombre; y admiraba a Lope de Vega (el cual
estaba resentido con Cervantes). Muy pocos datos para atribuirlos con
seguridad a una persona concreta.
Cervantes
estaba escribiendo el capítulo LIX de la segunda parte de su obra cuando
le llegó el libro de Avellaneda. Como se advertirá al leerlo, responde
allí desmesurada aunque energéticamente a su rival; y altera su plan
para contradecirle: puesto que el falso Quijote fue a Zaragoza, él, que
había pensado hacer ir al hidalgo a dicha ciudad, renuncia a ello y lo
encamina a Barcelona.
TRASCENDENCIA DEL QUIJOTE
El
Quijote tuvo un éxito fulminante. En su época, se leyó como un libro
preferentemente humorístico, cuya trascendencia quedaba tal vez limitada
a ser una parodia regocijante de los libros de caballerías, tan
difundidos entonces. Un siglo después, en el XVIII, extinguido ya dicho
género narrativo, los lectores y los críticos empiezan a considerarlo
como obra clásica y modelo de lenguaje. Se estudia la vida de Cervantes y
se publica el Quijote en ediciones lujosas y con ilustraciones muy
bellas. Los españoles se sienten orgullosos de la novela, que numerosos
críticos extranjeros incluyen entre las máximas realizaciones del
ingenio humano.
Pero es en el siglo XIX, con el
advenimiento del Romanticismo, cuando el Quijote empieza a ser valorado
profundamente. En aquella época valerosa e idealista, el caballero
manchego se convierte en símbolo del hombre que lucha sólo por el
triunfo del espíritu sin que le arredren los obstáculos. Parece el
último caballero de la Edad Media generosa y noble, y, sin duda, es el
primero de la nueva edad que debe conducir al hombre a vencer la
opresión y la injusticia.
Desde
el Romanticismo, las interpretaciones se han sucedido y se suceden:
filósofos, historiadores de las ideas, críticos y políticos vuelven una y
otra vez a él para desentrañar sus sentidos, que cada vez parecen más
ricos y complejos. El hidalgo y su escudero encarnan, respectivamente,
el impulso ideal y el tosco sentido común
que coexisten en el corazón del hombre. Don Quijote se exalta, imagina
las hazañas más portentosas, muchas veces no ve la realidad sino lo que
inventa su fantasía. Es, in duda, un loco; pero su locura, en vez de
alejárnoslo como sujeto risible y anormal, nos lo trueca en espejo, en
modelo de comportamientos válidos para todos los hombres. Porque, contra
viento y marea, lucha por el amor, por la justicia y por la libertad.
Aunque ello le valga quebrantos y desventuras, nada puede doblegar su
animoso corazón. Sancho, por el contrario, rudo, glotón y rústico, es la
contrapartida de su señor, cuyas extravagancias no entiende. Pero lo
sigue, dando un ejemplo de fidelidad que le
permite llegar a participar oscuramente de los impulsos ideales y
generosos de Don Quijote. En este sentido, se ha podido hablar de la
progresiva quijotización de Sancho.
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